CUESTIÓN DE DIAS
Los días de mi infancia fueron un gran folio en blanco. Al menos así los recuerdo: abiertos a que me deslizase por ellos, esbozando a mi paso todo aquello que pudiera desear.
Pero fueron cambiando mis días.
Ahora tengo días escritos en braille, difíciles de entender si no es al tacto.
Días paréntesis que podrían eliminarse sin alterar demasiado el sentido de la frase/vida.
Tengo días exclamación, días puntos suspensivos, días elipsis...
Tengo días entrecomillados, días cita, como si los hubiera escrito/vivido otro.
Tengo también algún día desbocado, algo ácrata, ajeno a la tiranía de cualquier signo de puntuación.
Hay veces, incluso, en que al llegar la noche, desearía que ese día a fundir en negro hubiese sido redactado con tinta simpática, de la que desaparece si se espera un rato.
Por el contrario hay días discretísimos, de caligrafía trazada al parecer con jugo de limón, y cuyo significado sólo nos será revelado pasado un tiempo, y al tímido calor de una llama.
Sin embargo, no hay duda de que mis días favoritos son aquellos que acechan entre signos de interrogación, los días no del todo fáciles de descifrar.
Afortunadamente, estos últimos aún abundan en mi calendario. Aunque a veces me atenace el temor de que puedan convertirse, a corto plazo, en una especie a extinguir.
Y en caso de que algo así llegara a suceder; sin días pregunta, me pregunto: ¿qué será de mis días?
Pero fueron cambiando mis días.
Ahora tengo días escritos en braille, difíciles de entender si no es al tacto.
Días paréntesis que podrían eliminarse sin alterar demasiado el sentido de la frase/vida.
Tengo días exclamación, días puntos suspensivos, días elipsis...
Tengo días entrecomillados, días cita, como si los hubiera escrito/vivido otro.
Tengo también algún día desbocado, algo ácrata, ajeno a la tiranía de cualquier signo de puntuación.
Hay veces, incluso, en que al llegar la noche, desearía que ese día a fundir en negro hubiese sido redactado con tinta simpática, de la que desaparece si se espera un rato.
Por el contrario hay días discretísimos, de caligrafía trazada al parecer con jugo de limón, y cuyo significado sólo nos será revelado pasado un tiempo, y al tímido calor de una llama.
Sin embargo, no hay duda de que mis días favoritos son aquellos que acechan entre signos de interrogación, los días no del todo fáciles de descifrar.
Afortunadamente, estos últimos aún abundan en mi calendario. Aunque a veces me atenace el temor de que puedan convertirse, a corto plazo, en una especie a extinguir.
Y en caso de que algo así llegara a suceder; sin días pregunta, me pregunto: ¿qué será de mis días?
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